domingo, 7 de octubre de 2007

Esos amores locos.

La belleza es una palabra moldeable a nuestro gusto. Uno se puede enamorar desde lo mas cuadrado y perfecto, como de lo completamente amorfo y desigual.
Porque después de tanto ver a mi perro esa mezcla de tejon, tuza y estropajo, empieza a parecerme enteramente apuesto. No es que sea mentirosa, es que- yo lo sé- me he enamorado. Me he enamorado de su sonrisa, de sus ojos, sus tibios besos, su gratitud, su emocionada cola y esa alegría incontinente que hemos tenido que sobrellevar como todas las buenas parejas.
La belleza consumada en dos orejas desalineadas pero eso si, siempre bien cepilladas y adornadas con esos moños que mi mamá insiste en comprarle porque lo hacen ver mas decente y permiten dejar de confundirlo con un trozo de alfombra.
¡Ay pero que feo esta tu hijito! Me dijo la primera vez que lo vio. –¿Que no había otro mejorcito?- con ese tono cantadito de cuando se refiere a algo en diminutivo para ocultar desaprobación.
Y entonces lo veo sentado junto a mi en el sillón o jugando con otros perros y me digo- Si no esta tan feo- Será que el prejuicio se rinde ante aquella inocente criatura que no se reconoce frente a un espejo, o tal vez uno deja de ver con los ojos y los juicios se vuelven tan vanos que no vale la pena perder toda una tarde tratando de definir a lo que belleza se refiere.

No hay comentarios: