jueves, 18 de octubre de 2007

A la chiquis en medio de la carretera...



Te encontramos ya moribunda caminando sin rumbo buscando la nada a toda prisa. No escuchabas los claxones, ni las llantas de las combis que te pasaban tan cerca, ni siquiera escuchabas a la señora de la explorer que con esa impotencia que nos da el no poder recoger a todos los que vemos en el camino solo te hacía señas con su mano para que te fueras a la banqueta mientras detenía un poco el tráfico con las luces intermitentes.
Ni me miraste cuando me acerqué a ti y te recogí en mis brazos, creo que pensabas que seguias caminando.
A decir verdad –no me enorgullece- yo no me hubiera detenido de no ser por Pablo y Miros que insistieron -¿Qué hacemos Isaura? – es entonces que uno se da cuenta que es responsable y que debe actuar. Tristemente no siempre hay alguien que te lo recuerde y en vez de eso abundan las personas que en vez de alentarnos a hacer los debido nos desaniman recordándonos lo difícil que será después solucionar el problema al que nos metimos.
Miros te compró un suero y carne que devoraste al instante mientras los tres te veíamos sin tener más que decir.
Movias tu colita y nos lamías las manos, apenas un sollozo de cansancio y el ronquido de tus pulmones tan enfermos.
-¡¡Es que quiero que mis hijos vean el milagro de la vida!!- dijo aquel hombre al negarme que iba a esterilizar a su perra.
Ánden sigan cruzando a sus mascotas, sigan viendo el milagro de la vida, al fin que siempre habrá personas como yo que acabemos con ese milagro por simple misericordia.

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